Acerca de los personajes de El valle de las almas en pena, de Medea de Montparnasse

Acerca de los personajes de El valle de las almas en pena, de Medea de Montparnasse

Medea de Montparnasse nunca decepciona. Es así, natural, espontánea… Por eso su novela El valle de las almas en pena está gustando tanto. Y le hemos pedido que nos cuente más acerca de sus personajes, que están entusiasmando a los lectores. Ellos y la manera de retratarlos de su autora son pura delicia. ¡Disfrútala!

Así que, ¿qué nos tienes que contar acerca de tus personajes, que ya no hayas contado, Medea?

«Samuel miraba a Carmencita embobada. Ya había subido al valle, y luego recortaba las fotos sin ella para seguir siendo el más afamado paleto que nadie conoce de un pueblo sureño más aburrido que las peores películas de Julio Médem. Estaba aguantando a la pedorra roja porque le gusta cómo escribe y folla bien. Eso le gusta, pero es un problema porque los huevos, ya al sentarse, se quedan debajo del culete y hay que evitar un incidente.

Bueno, pues fue a la presentación del caos y casi estrella en un parking a Carmencita y a Sandra Alberti de los nervios que tenía, él que colecciona mujeres en forma de pulsera. Todo obedecía al calor y nervios de ponerse tres pantalones, uno encima de otro, para que no se vea que es el espíritu de la golosina; tres camisetas superpuestas y cambiarse siempre fuera de la vista de Carmencita para que no le diera tanto impacto pasar de He-Man al doctor Bacterio.

¿Qué paso cuando entró en la basílica? Que él era el más impotente; quizá ver a sus muertines así, tan en tierra, le dio cosica. Luego sí vio a los curas y monjas, pero todo hacía que pareciera producto de la imaginación de Carmencita, a ver si acababa con ella ya e iba a por los sellos de su padre y a ofrecérselos como ofrenda al generalísimo fiambre, con una portada del Nevermind Bollocks, de los Sex Pistols, y pegada una foto de Carmencita.

Cabe decir que, hoy en día, sigue deambulando por un pueblo muerto, sin Carmencita, engordándose la cabeza con photoshop y los tres pantalones que, cuando se los quita, se quedan de pie. Y dicen las malas lenguas que en noche de luna llena lo único que hace es intentar no sentarse encima de los huevos, engordarse la cabeza con photoshop y coleccionar más mujeres y más pulseras. Pero a Franco ni a eso lo levanta».

Medea de Montparnasse. Única.

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