¿Se le puede considerar como Dios? Pues sí, porque se trata de una figura que, al menos en la novela, todo lo ve y todo lo sabe acerca de las situaciones que se van a desarrollar, de los personajes, de su modo de pensar, de ver las cosas, etc. Y de él te vamos a contar una serie de características para que las tengas en cuenta a la hora de escribir tu novela.

Lo primero que hay que destacar de este tipo de narrador, e insistimos en ello, es que es un narrador que lo sabe todo acerca de la trama y de sus personajes. Su control sobre el desarrollo de la obra es absoluto, por lo que te ayudará a manejar todos los aspectos relacionados con ella. Eso sí, ten en cuenta que lo que ganas en control de todos los aspectos, lo pierdes en emotividad, así que será un valor para tener en cuenta a la hora de decidir por qué narrador te decides.

Porque es así, el narrador omnisciente no deja ningún cabo suelto, ni tampoco sugiere cosas que pueden ocurrir. Lo sabe todo, de ahí que la capacidad para hacer imaginar al lector queda un tanto ilimitada. Otro detalle muy importante.

No obstante, lo que puede ser un hándicap se transforma en Valor cuando se trata de aportar credibilidad a la novela, pues conoce todo, sabe todo, así que es un narrador excepcional de todo lo que ocurre.

Asimismo, es una figura que te permite saltar en el tiempo con mayor facilidad, de ahí que recurra con frecuencia a los flashbacks ―cosas ocurridas en el pasado― o a las elipsis ―saltos de varios años o de tiempo en la historia― para situar la acción en cada momento.

En definitiva, una figura a sopesar si lo que quieres es contar la historia que tienes entre manos sin necesidad de recurrir a ningún personaje.

FUENTE: Literautas.com