Cuando se escribe, se trata de transmitirle al lector una serie de sentimientos y emociones que desprende todo aquello que escribes. Y la mejor manera de conseguir un éxito rotundo ante sus ojos es escribir cosas que entienda, y eso incluye anglicismos o términos que no pueda entender.
¿A que viene la introducción de este artículo? A unas palabras que George Orwell, el autor de 1984 o de Rebelión en la granja, entre otras obras, dedicó a todos aquellos que quieren lanzarse a desentrañar el misterio del folio en blanco.
¿Qué es lo que te recomienda aquel autor? Algo muy sencillo pero que, su vez, puede costarle a más de un autor novato: «Nunca uses una frase extranjera, un término científico o una palabra de jerga si puedes pensar en un equivalente sencillo en tu idioma».
Así de simple. Porque a lo que Orwell se refiere es al abuso de neologismos en la literatura por parte de los nuevos escritores. Sobre todo, cuando la tecnología está tan presente en nuestras vidas y la globalización todo lo puede, sin olvidar la influencia que las series de televisión o el cine pueden ejercer sobre el escritor.
El castellano es uno de los idiomas más ricos que existen, está lleno de términos de todo tipo para referirse a palabras, situaciones o cosas. Por eso, y como bien defiende Orwell, es mejor hacer uso de esas palabras que tienes a tu alcance antes de recurrir al neologismo o a expresiones que, en algunos casos, podrían desorientar a tus lectores. Piensa que, cuando te lanzas a escribir, lo haces para un público amplio salvo que te dediques a un género concreto, con un ratio más juvenil, en el que aquellos neologismos podrían tener sentido.
Opta siempre por la sencillez y explicar las cosas para que todos las entiendan. Tus lectores, todos ellos, te lo agradecerán.