¿Qué se va a encontrar el lector en esta obra?

Mi intención es que el lector no busque exclusivamente una novela clásica policial, sino que este entorno es una excusa para reflexionar sobre la trama oculta en la cual se toman las decisiones que involucran a todos sin excepción. Sin dejar de ser una ficción todo lo narrado, aspiro a que el lector se cuestione hasta qué punto el hombre común es capaz de establecer los límites con la realidad que cree conocer.

¿Por qué esta obra? ¿Qué te propones con ella?

He escrito cuentos de diferentes extensiones, pero esta obra es mi primer intento exitoso de escribir una novela. El título mismo es una provocación para tentar la curiosidad propia de ser humano personificada en el lector. Mi intento ha sido conjugar el entretenimiento propio de la novela policial y brindar un poco de cultura general que le ayude al lector a encontrar su lugar en el laberinto cotidiano en el que transcurre su vida. Ya que de por sí está implícita la pregunta para qué sirve la filosofía como gestora de interrogantes, el lector debería cuestionarse si no es la filosofía la que lo sustrae de su existencia anodina y automatizada como mero consumidor y busca el sentido de su historia.

¿Qué recomendarías al lector antes de comenzar a navegar por las páginas de esta obra?

Mi única recomendación es que atienda su insatisfacción acerca de su vida, no en el sentido de la exclusiva tenencia de cosas materiales, sino las metas que se propone para superarse ante sí mismo y no en competencia con los demás.

¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?

Desde mi adolescencia, muchas veces aspiré a escribir una novela, pero siempre fracasaba quedándome en un cuento bastante extenso. Recién cuando logré la madurez intelectual –que no es sinónimo de edad- pude llegar al objetivo. El personaje motivador es el Inspector Jacques Le Clair, quien protagoniza un par de cuentos cortos previos y que ya además lo utilizaba cuando en mi adolescencia diseñaba y dibujaba mis propias historietas. Y siempre quise que protagonizara una trama completa. Pero, a medida que la fui escribiendo, a la novela se le fueron sumando otros personajes con la misma incidencia en la trama que a la correspondiente al investigador, por lo que defino a la obra como coral, es decir, son muchas voces sonando en esa polifonía.

Siendo muy honesto, nunca he sido muy buen lector sino más bien muy afín al cine y a la televisión. Y las películas y series policiales han sido mis preferidas. Lo que siempre encontré fue que el lenguaje fílmico nunca puede traducir por completo el lenguaje literario, y yo traté de evitar esa falencia pensando la novela como si fuera una obra de teatro, en la cual, cada capítulo fuera como un acto constituido por diferentes escenas.

¿Qué método utilizas a la hora de escribir?

En cuanto a la metodología, recabo información para armar cada escena, y muchas veces me ha pasado de saber a lo que quiero llegar pero todavía desconozco cómo haré para llegar, así que me exijo que «la personalidad del personaje en cuestión me lo vaya sugiriendo».

¿Qué reglas sigues para escribir una obra como esta?

A pesar de que se suele decir que los virginianos somos muy ordenados y organizados, en este caso, mi única regla es no tener ninguna que me impida explorar cualquier aspecto, y que sea yo quien decida lo que acepto o rechazo.

Valora brevemente Difundia Ediciones.

No voy a decir esto para «quedar bien», pero la editorial me ha sorprendido gratamente. Desde el primer contacto por correo cuando encontré por azar la página web, lo único que puedo decir es que su profesionalismo está acompañado por la sensibilidad de quienes la integran.

La decisión de publicar con Difundia comenzó fundamentándose en el plano económico, pero luego, al conocer la manera de trabajar y el trato para conmigo, veo que no me equivoqué en la elección.