Construir los personajes de tu novela no es una cuestión sencilla, y cuanto más amarrada la tengas desde un principio, más sencillo te resultará manejarlo/s con posterioridad. De ahí la importancia de tener a mano fichas con todas sus características.
Una ficha es un resumen de lo más destacado que quieras resaltar de los personajes de tu novela. Gracias a ella —o más bien a ellas, pues puedes tener todas las que quieras de cada uno— podrás exprimir al máximo al personaje que prefieras en cada momento, enriquecerlo con nuestros detalles relacionado con su vida, gustos, aficiones, etcétera.
Herramienta muy útil, decimos, pero que lleva su tiempo, pues no se trata únicamente de reflejar esos gustos o aficiones que tenga, además de su aspecto físico y consideraciones similares, sino también su manera de pensar, de ver la vida, de manejarse en tal o cual situación. En definitiva, de conocer bien su psicología para jugar con él y sus rasgos cuando más te interese a lo largo de la trama.
Así, a modo de ejemplo, la ficha de cada personaje debería de contener los siguientes campos:
- Edad y lugar de nacimiento.
- Información sobre su infancia y adolescencia, relaciones con sus padres. Antecedentes para conocer su personalidad.
- Relación con los demás, con la sociedad, pero también con determinados aspectos de la vida: religión, política, deporte…
- Profesión y aficiones.
- Sueños, ilusiones, metas que cumplir, objetivos que persigue, qué pretende y qué está dispuesto a hacer para conseguirlo…
En consecuencia, se trata de recoger todos los datos posibles de los personajes de tu novela para aportar la mayor riqueza posible al relato. No olvides que se trata de personas, con sus sentimientos, ideas, manera de actuar, y por lo tanto tienen que transmitir el mayor realismo posible al lector.