Suele ser uno de los dolores de cabeza más graves que sufre quien se pone a la tarea de escribir una novela sea del género que sea. Cuestión de dominio de los tiempos verbales utilizados a la hora de escribirla.
La premisa es clara: no se deben mezclar tiempos verbales, y mucho menos en la misma frase. Es decir, que si la comienzas en pasado ha de terminar en pasado, y no en presente o en pretérito perfecto.
En consecuencia, coherencia. Y eso es, sencillamente, tener en cuenta el tiempo en el que contarás la novela. Si has escogido el presente o el pasado, las acciones deberán de consignarse en dicho tiempo.
De todas formas, puede pasar que te guste combinar pasado y presente en tu novela. Si es así, has de tener mucho cuidado a la hora de pasar de un tiempo a otro para no confundir o perder al lector en el relato de la historia. El uso de fechas o de referencias temporales antes de comenzar el relato del pasado suele ser una buena manera de distinguir periodos y, de esta manera, diferenciarlos a ojos del lector.
Otro detalle para tener en cuenta es el uso del formas verbales concretas, cuyo uso suele crear disonancias en la lectura. El sujeto sospechoso habitual suele ser el gerundio, de uso tan extendido como mal empleado, especialmente en las novelas. Muchas frases con gerundio resultan eficaces como construcción, pero ineficaces o disonantes desde un punto de vista estilístico. En este caso, lo mejor es sustituirlo por un tiempo activo —según el que estés usando en tu narración- para que la lectura no le resulte demasiado cargante al lector.
Y en todo caso, coherencia a la hora de escribir los tiempos verbales. Puede que al principio tengas problemas a la hora de usarlos, pero con la práctica te darás cuenta de que es más sencillo de lo que parece.