Quién fue… Sancho III, rey de Navarra

Quién fue… Sancho III, rey de Navarra

El Mayor, el Grande, incluso el Cuadrumano —el cuatro manos—. Así era llamado el rey Sancho III de Navarra, a cuya figura dedica José Luis Abad su novela El juglar del Rey Sancho. Un personaje fascinante que, como poco, merecía una novela a su altura. Ésta que sigue es la biografía del citado monarca.

Sancho Garcés III nació en el año 990 en un pequeño reino que convertiría Pamplona en toda una potencia en la España cristiana, poco menos que un mosaico de reinos y condados azotados por los musulmanes, que dominaban gran parte de la Península Ibérica.

¿Héroe accidental? ¿Figura llamada a empuñar una espada para luchar por la recuperación de lo perdido tres siglos antes? Ante todo, fue un hombre de su tiempo y que, asimismo, accedió al trono a una temprana edad —entre los 14 y los 15 años, allá por el año 1004—. Subida que llegó en un momento de extensión de sus dominios hasta las tierras de La Rioja. Más abajo, junto al Río Ebro, se encontraba la frontera musulmana de Zaragoza, con cuyos gobernadores los reyes pamploneses mantenían relaciones de dependencia y colaboración.

Un rey que tuvo entre sus prioridades mantener una política de acercamiento a León y de apoyo al Condado de Castilla. El objetivo era claro: asegurar sus fronteras. De ahí su boda con Munia, hija del conde Sancho García, hacia 1010. Una vez asegurado ese frente, dirigió su atención hacia los condados pirenaicos de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, hasta entonces bajo la esfera musulmana, y que quedaron sometidos a Navarra.

Un rey, Sancho III, que afrontó la última etapa de su reino con dos objetivos fundamentales: mantener la paz en su reino y proteger los lazos familiares. El asesinato del infante García, heredero del condado de Castilla, dio lugar a una etapa de luchas internas en las que el monarca navarro hizo valer sus derechos contraídos por matrimonio. Una vez logrado su propósito, extendió su influencia sobre León.

De esta manera alcanzó su cima de poder, y también el reconocimiento de toda la España cristiana: había aumentado los dominios de Navarra, ocupado Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, dominado Castilla y sometido León, sin olvidar que Gascuña y los condados catalanes también reconocían su supremacía.

En 1035 murió a causa de una rápida enfermedad. En su testamento dividió los territorios entre sus hijos y el mapa de la España cristina adquirió la fisonomía tan particular de los años siguientes, los de la Reconquista. Años que, en lugar de pequeñas acciones, conocieron grandes operaciones militares.

Ahora ya estás en condiciones de hincarle el diente a El juglar del rey Sancho, de José Luis Abad.

Si quieres leer la reseña de El juglar del rey Sancho.

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