¿Sabes lo que era un juglar medieval? Verdadero inspirador de la cultura en aquella época, era una figura indispensable en la calle y en la Corte. En la primera enseñaba; en la segunda, divertía. Así era el protagonista de El juglar del Rey Sancho, de José Luis Abad.

Antes de que los clérigos abandonasen el uso del latín en sus obras de creación literaria, ya existía lo que se podría llamar una cultura popular. Cultura en forma de poemas cantados en la lengua del pueblo y que relataban vidas y milagros, batallas y acontecimientos, virtudes y pecados. Y eran los juglares quienes se ganaban la vida de plaza en plaza y de castillo en castillo.

Juglar que no era un mendigo ni tampoco un pobre hombre. Más bien se trataba de una persona que gozaba de una posición social un tanto aventajada. Y es que, si bien los había que sabían sacar partido de su virtud como truhan o cantor de coplas, también había poetas, tipos que cantaban en iglesias y palacios de reyes y grandes señores; también había compositores de danzas, juegos y de toda diversión y alegría; incluso organistas, tamborileros, trompeteros y demás tañedores de instrumentos.

En definitiva, una persona con el fin de causar y proporcionar alegría.

Un tipo que iba de lugar en lugar cantando gestas épicas de la época de corte en corte, cantando como autor o como mero recitador de narraciones heroicas. A veces era autor de las composiciones que cantaba, lo que le convertía en ser el primero en poetizar circunstancias, acontecimientos y la vida de distintas personas en lengua vulgar.

Relatos, en conclusión, que servían de imágenes para los iletrados, que soñaban y veían a través de sus palabras; composiciones que divertían a reyes y señores, que calentaban la atmósfera de palacios y castillos, que ayudaban a pasar horas y horas cuando los días parecían no tenían fin.

El juglar. El personaje de El juglar del rey Sancho, de José Luis Abad.