No hay mejor manera de reflejar el paso del tiempo que hacer uso de la naturaleza. Es decir: el sol que sale por el oriente y se pone por el occidente, la luna que crece y decrece… Elementos que sirven para reflejar el paso del tiempo en tu novela.
La naturaleza es una fuente de inspiración para reflejar el paso del tiempo, y lo mejor de todo es que es capaz de ampliar o reducir dicho paso según el periodo al que te quieras referir. No es lo mismo decir que el sol sale y se pone —paso limitado del tiempo, apenas de una jornada—, que referirte al paso de las estaciones, lo que ya supone un periodo más amplio que te permite jugar con distintos detalles a la hora de enriquecer tu narración.
En este sentido, el uso de las estaciones y sus características propias es un buen truco para manejar el tiempo a tu gusto según las necesidades de la trama. Así, por ejemplo, si es verano, puedes hacer referencia al calor intenso que golpea la calle y cómo, de repente, llegó el viento arrastrando las hojas caídas de los árboles antes de que la nieve lo cubriera todo. Sin apenas darte cuenta acabas de zanjar nueve meses del año de una manera sencilla y directa.
Además, otro aspecto para tener en cuenta es que el tiempo es, asimismo, un gran ambientador de las novelas y que cada estación se acompaña de las características propias del momento. Los cambios registrados en la naturaleza, en la vestimenta de los personajes, etcétera, son también otra manera de hacer ver al lector cuánto de mucho o de poco ha avanzado la trama para que se adecúe a lo que está por venir.
FUENTE: Sinjania.com