Diego A. Méndez ha escrito una novela que hunde sus raíces en lo más profundo de las tradiciones orales de Chile. El renacer del guirivilo es una novela para disfrutar de y con sus personajes. Uno de ellos, presente en todo momento, es la naturaleza. Y de ella te quiere dar unas cuantas muestras su autor en las líneas que siguen:

Porque los grandes protagonistas de la novela son Claudia y Roberto, aparte del guirivilo, esa extraña criatura mitad zorro mitad culebra que causa tanta admiración como terror en el pueblo de Nirivilo y sus alrededores. Pero Diego A. Méndez también ha hecho de la naturaleza del entorno que rodea a dicho pueblo un personaje más de la misma novela. Y hay pasajes que te la describen a la perfección.

Así, si te decides a leerla, podrás disfrutar de pasajes como este: “«Al llegar al ápice de la montaña, se detuvo al lado de una profunda y ancha quebrada. Fue allí donde avizoró en su lecho una mágica flor de color blanco cuya naturaleza ella desconocía, y que admiró desde el primer contacto visual, ya que parecía emitir un discreto resplandor a su alrededor».

Naturaleza siempre presente en todo momento, visible en cualquier página de la novela: «Por un período no muy largo de tiempo, se quedó contemplando la delicada perfección de sus hojas, de su color puro y su sin igual excelsitud; por lo tanto, quiso descender a apreciarla de cerca, pero el repecho hasta la hermosa flor era considerable y peligroso, por lo que ni siquiera lo intentó; por consiguiente, decidió regresar».

En consecuencia, si quieres deleitarte con momentos como aquellos y este otro —«Al bajar la cuesta, un atardecer arrebol digno de contemplar los iluminaba. Aquello fue como si el día y la noche confabularan en favor de su amor y les entregara lo mejor de ambos mundos»—, sólo tienes que leer El renacer del guirivilo.